domingo, 2 de septiembre de 2012

Aprendí a no temerle a las palabras

Imagina la peor palabra que conozcas, el peor insulto que consideres es una marca social, ese vocablo que busca retorcer tus entrañas y cuando lo tengas, analízalo y busca su significado. Es muy probablemente que te encuentres con que solo es una palabra nada más, un sinsentido, una palabra con una carga histórica tal vez o algo con un significado totalmente diferente al que suele usarse. En otras palabras ese insulto no es más que una locución carente de poder más allá del que nosotros le otorgamos. 

A lo largo de mi vida he sido insultado un sin numero de veces y solo he aprendido que el poder del insulto recae en nosotros, le he perdido todo carácter ofensivo a cualquier palabra y he llegado al siguiente dictamen: No le temo a las palabras y tú tampoco deberías, porque es más insultante tratar a alguien como basura que decirle indio.


La siguiente meditación fue posible gracias al ReflixiOso, el oso de la reflexión.